El tiempo seguía corriendo, pero no parecía importarle a nadie, girando y girando al compás de la música, dejándose cegar por las luces del salón, inundando sus oídos con palabras melosas.
¡Alto detengan todo! ¡Fuera mascaras!
Muéstrenle al mundo la inmundicia que hay detrás de su sonrisa falsa